No lo diseñó César Manrique, pero su autor lo ha superado. El charco Azul, en El Hierro, es una de las zonas de baño más espectaculares y entrañables de la menor de las Islas Canarias
A causa de su abrupto relieve, casi el 90% de la costa de El Hierro es acantilada. En estas condiciones, las zonas de baño suelen ser de superficie limitada y su acceso, en ocasiones, no es fácil. Su disfrute, sin embargo, está garantizado, puesto que a la escasa presión de una población exigua se une el efecto de abrigo que el propio relieve de la isla ejerce sobre las olas y las corrientes.
Compendio de las múltiples formas que dejó la lava, este rincón no solo le obsequiará con placenteros baños en sus aguas turquesas, sino que lo hará protegiéndole con un roquete del imponente océano, que deja su impronta con su rompiente de espuma blanca y sonido envolvente.
Se trata de una pequeña gruta de apenas diez metros de longitud por seis de ancho en una zona virgen situada en el sector occidental de El Golfo. Se accede a él descendiendo por un sendero de lava bien condicionado, excavado en el acantilado. Pese a que la playa que lo precede está sometida a un fuerte oleaje, el agua penetra mansamente en el Charco Azul, formando una cautivadora piscina natural en la que el agua adquiere un tono azulado por los reflejos de la roca.
Piscina de fácil acceso en una zona volcánica
Situado en El Golfo, impresionante valle de costa escarpada, este enclave virgen representa como pocos los caprichos deliciosos de los volcanes. De fácil acceso a pie, con solárium de madera y un arco basáltico que lo corona, cuenta también con áreas ideales para que los más intrépidos se lancen como quieran. Sus cuerpos y los de cualquier visitante se refrescarán, relajarán y reactivarán en un lugar que, pese a no llevar la firma de Manrique, presume de una muchas veces mejor: la naturaleza.
Comments: no replies