El carácter que es lo que tu adquieres, lo que vas aprendiendo, la parte de tu personalidad que alteras
Hace unas semanas asistí a un debate improvisado, entre compañeros, sobre la importancia del carácter en la persona. Oí, con asombro, afirmaciones como: “…es mi carácter y no lo puedo cambiar”; “…soy así, y ya está”; “…si no le gusta mi carácter que se busque otr@”.
Por ello, quiero dedicar la reflexión de esta edición a intentar arrojar un poquito de luz sobre esta cuestión que, a priori, se torna vital.
Grave es el error al culpar a la dificultad de cambiar nuestro carácter como la responsable de aquellos pequeños errores y fracasos que acontecen cotidianamente en nuestra vida. Hay una parte de nosotros que nos viene dada y que está determinada en nuestro ADN. Así, tendremos ojos azules o marrones, seremos bajos o altos, etc., y también una parte de nuestra forma de ser vendrá condicionada de casa. Esta parte, en el tema que nos toca hoy, es el temperamento.
Sin entrar en definiciones complejas, podemos decir que el temperamento es el conjunto de las inclinaciones íntimas que brotan de la constitución fisiológica de los individuos. Sin embargo, no hay que confundir esto con que todo está escrito, porque no es así. Una persona con un temperamento colérico puede llegar a ser la Madre Teresa de Calcuta.
¿Cómo?
Porque luego tenemos el carácter que es lo que tu adquieres, lo que vas aprendiendo, la parte de tu personalidad que alteras, que cambias, que puedes modificar. Uno puede nacer con un temperamento introvertido, pero con los años desarrollar su extroversión. Cae de maduro que, el carácter, efectivamente se forma, y se hace sobre la base del temperamento, a través de hábitos que finalmente se convierten –o deberían convertirse- en valores. Comenzaré diciendo que el escenario idóneo para la formación del carácter es la familia.
Alfred Sonnenfeld, lo explica en su libro Liderazgo ético: “el buen carácter es el que perfecciona nuestra naturaleza humana. Es el que capacita al sujeto para que actúe cada vez mejor en cuanto hombre…y procura conseguir una vida lograda (feliz) gracias a sus elecciones personales”. La persona segura se desenvuelve con muchas más posibilidades de acierto.
El carácter sostiene y mueve a la persona pero no la conduce a cualquier parte, sino en una determinada dirección,. la que permite a la voluntad seguir los dictados de la recta razón. Porque, conviene decirlo, la esencia del carácter no es vencer dificultades sino obrar el bien.Educar, implica sacrificios y. presenta dificultades pero debemos enseñar a nuestros hijos a hacer el bien (esto, por supuesto,. aplica también a los profesores y colegios con sus alumnos). Los valores de la verdad, la sinceridad,. la justicia, el amor, la amistad, la belleza, etc.,. se cultivan en el terreno fértil de la familia. El psicólogo Thomas Lickona señala que se tiene que crear una cultura intencional dentro de la familia para formar el carácter, es decir se deben tomar acciones deliberadas estableciendo ciertas reglas tales como: no nos quejamos, ni buscamos excusas,. no mentimos, ni robamos,. cuando cometemos un error aprendemos de él,. vivimos con un actitud de gratitud, etc., etc.
El saber moral no es un discurso abstracto,. ni una técnica. La formación de la conciencia requiere un fortalecimiento del carácter que se apoya sobre las virtudes como sus pilares. Éstas asientan la personalidad, la estabilizan, le trasmiten equilibrio. Nos hacen capaces de salir de nosotros mismos,. del egocentrismo, y dirigir el foco de nuestros intereses fuera de nosotros,. hacia Dios y hacia los demás.
El amor de los padres a sus hijos se concreta,. entre otras cosas,. en el firme propósito de procurarles la mejor educación posible,. en un sentido amplio de la expresión. Por ello es fundamental que comprendamos que los padres tenemos una responsabilidad casi exclusiva en este asunto,. una tarea encantadora que no solamente trae aparejado sacrificios y esfuerzos sino dichas y. orgullo finalmente.
Louis Pasteur escribía a sus hermanos cuando tenía 19 años: “Querer es una gran cosa pero la acción y el trabajo deben seguir a la voluntad. La voluntad abre las puertas,. el trabajo las atraviesa y el éxito nos espera para coronar los esfuerzos”.
Por último, examina tu situación personal,. y con el fin de hacer la vida más agradable a aquellos con los que convives,. replantéate si es que no existen actitudes en tu forma de conducirte .–seguro que las hay- que sean susceptibles de cambio….por lo visto., casi siempre es posible.
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