Los carnavales de Canarias son conocidos internacionalmente debido a su fantasía, color y ritmo
Los carnavales más tradicionales
Los carnavales más tradicionales
Pero los canarios estamos inundados de tradiciones y ritos de tiempos pasados que llegaron desde el otro lado del Atlántico.
La raíz de estas festividades se rigen por las costumbres aborígenes y que poco a poco, se han ido adaptando a lo largo del tiempo. A lo largo de este artículo, viajaremos hasta el siglo XX, desde las montañas del norte de África a las plantaciones de azúcar del Caribe.
hierro
LOS CARNEROS DE TIGADAY | EL HIERRO
Constituye una de las manifestaciones culturales más intensas y auténticas de toda Canarias. El origen aún no está claro. Tiene enormes similitudes con otras fiestas españolas antiguas romanas, que posicionaban el inicio del año después del Solsticio de Invierno.
En el norte de África existen fiestas similares como el Boujelud o Bilmawen (fiesta del cordero). Es una de las festividades más extendidas de la cultura bereber. Por ello muchos historiadores establecen que los Carneros podrían ser una tradición de origen prehispánico, esto es, anterior a la llegada de los españoles a las islas.
Los carneros herreños salen a la calle los domingos y martes de carnaval conducidos por “el loco’, que hace de pastor de este rebaño humano. Jóvenes vestidos con pieles de animales, cornamentas y con brazos y piernas cubiertas de betún protagonizan una encarnizada batalla con los asistentes que son “fertilizados’ con manchas de betún.
Los carnavales más tradicionales
LOS DIABLETES DE TEGUISE | LANZAROTE
Esta tradición evoluciona directamente de costumbres europeas que llegaron a la isla con los primeros colonos. Aunque las similitudes con los Carneros de El Hierro son más que evidentes son más los elementos que vinculan a Los Diabletes de Teguise, en Lanzarote, con otras manifestaciones similares de la Península Ibérica que derivan de las prácticas de las Lupercales romanas.
Estamos, entonces, ante una manifestación cultural única. Los primeros escritos sobre Los Diabletes datan de la primera mitad del siglo XVI. En un primer momento, los participantes se vestían con pieles de cabras, pero ya a inicios del XIX el ‘danzante’ viste la tradicional vestimenta de tela con rombos rojos y negros y las vistosas máscaras negras de cabeza de toro en la que destacan los cuernos y enormes lenguas rojas.
Al principio esta festividad estaba relacionada con fechas religiosas (Navidad y Corpus) pero desde el XVIII fueron encajando cada vez más en las festividades de Carnaval. Los participantes van ataviados con sus “disfraces”, cencerros y una “porra’ con la que amenazan a los viandantes simbolizando el acto de fecundación.
Los Diabletes salen durante todos los días la semana previa al Martes de Carnaval.
arrecife
LOS BUCHES DE ARRECIFE | LANZAROTE
Esta tradición es marinera, y combina ritos de “fecundidad’ que se mantienen en los Diabletes de Teguise y la música tradicional canaria. La parranda musical de “Los Buches’ encabezan el ‘coso’ del Carnaval de Arrecife interpretando anntiguas canciones marineras.
El elemento de esta manifestación cultural son los buches, esto es, vejigas natatorias de pescado curtidas e infladas con las que miembros de la parranda golpean a los asistentes. Según los expertos, Los Buches” son un ritual de ‘inversión de roles’ que permitía a los marineros y pescadores de la ciudad vestirse como las gentes del campo y portarse mal durante las fiestas.
La vestimenta de los participantes de esta tradición alude a los atavíos de gala de los campos (aunque ridiculizados). Los Buches ocultan sus caras con tela metálica pintada, aunque anteriormente eran de cartón. Si la tradición de los Carneros de Tigaday parece que suponen un nexo entre Canarias y su pasado norteafricano, otras tradiciones como los Mataculebras, en el municipio tinerfeño de Puerto de la Cruz, ponen de manifiesto las intensas relaciones culturales entre Canarias y América.
Este ritual, según los estudiosos, llegó a Tenerife a finales del siglo XIX de la mano de emigrantes retornados desde Cuba que trajeron consigo estos bailes propios de las sociedades secretas de esclavos negros (llamados ñáñigos) que luchaban contra la esclavitud.
Un grupo de hombres negros son comandados por un mayoral blanco armado con un látigo, e intentan matar una culebra que simboliza al diablo mientras entonan una
letanía repetitiva (Cabezón, son, son; Que la culebra la mato yo). Constituye una representación de la lucha entre el bien y el mal. Y representa una crítica feroz al sistema
esclavista que imperó en Cuba hasta finales del XIX. Constituve uno de los actos centrales del l nes de Carnaval.
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