Hace un tiempo vi un cortometraje que me dejó pensativo Enamorados
Enamorados
Reconozco que le di un par de vueltas porque era muy emotivo pero como suele suceder (imagino que a ti te pasa lo mismo) al poco tiempo las preocupaciones diarias y la rutina terminan absorbiéndonos y esa idea, que no terminó de cuajar, quedó postergada en algún sitio del alma esperando a ser rescatada cuando la situación lo permitiese.

historia
Hoy ha llegado ese momento y quiero compartirlo contigo.
Por situarte en esa mini película (que no llega a los 5 minutos de duración), él cita a su esposa en un restaurante con idea de contarle que ha decidido dejarla. Que ha encontrado otra mujer con quien compartir su vida, que lleva algo más de un año con esa aventura y que a ella, simplemente, ha dejado de quererla.
Pero su plan se trunca porque cuando llega su mujer, ella rompe en llanto y le extiende unos documentos en los que unos estudios médicos sentencian que padece una leucemia terminal y que le resta poco tiempo de vida.
Allí comienza el relato. No te daré más detalles, vale la pena que lo veas, no te arrepentirás. Búscalo en la red: “Bastille” de Isabel Coixet.
Pero algo me permitirás que te adelante (de otro modo no podría concluir el artículo), y es que el sentido más profundo del film se alcanza en este punto:
“Actuando como un hombre enamorado, volvió a ser un hombre enamorado”.
Me había impactado esa idea, me pareció absolutamente revolucionaria.
El año pasado, en el transcurso de un curso que estábamos impartiendo, una mujer me preguntó si los sentimientos se podían generar. La respuesta fue afirmativa…
– Claro que sí! Le dije.

Porque uno, con su accionar (sincero y noble, de lo contrario sería manipulación), puede mover a la otra persona hacia sí -o generar rechazo también…te suena eso de “con eso que dices me das asco”…a que si?- con detalles que hagan la vida más suave, con gestos que iluminen el camino, con palabras que contengan y enamoren, con momentos copados de sentido del humor…los sentimientos son volubles, y van y vienen, y depende de lo que hagamos y de cómo lo hagamos podemos mover a las personas hacia arriba -que crezcan! que se eleven!- o por el contrario arrastrarlas al abismo, al caos y la tristeza
Pero eso de actuar para querer y terminar queriendo, me ha hecho pensar.
Hay quien definió la vida -lo habrás oído más de una vez- como una obra de teatro en el que las personas -tú y yo- somos los actores.
amor

Y es que por muchas vueltas que le de, el amor es un constante querer querer…
Y sí, como he escrito en anteriores ediciones, no es un error de imprenta cuando digo querer querer… “quiero quererte” aunque en este momento y en estas circunstancias que estamos viviendo no me salga quererte, aunque no sienta que te quiero (porque los sentimientos se han esfumado)…quiero quererte. Eso es el amor.
Promueve el roce, porque eso genera emociones (alguien alguna vez sentenció: somos seres racionales…y agregué: somos seres emocionales que razonan, que no es lo mismo).
Vuelve a enamorarte de él, de ella; ocúpate de hacerle la vida un poco más amable, pon un poco más de cariño en el trato y una mañana te sorprenderá, igual que al protagonista de nuestro corto, abrazándol@ porque has vuelto a enamorarte, como aquella primera vez, aunque ahora con un amor más maduro.
Querer querer…piénsalo!
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