Existen diferencias importantes en la manera de afrontar las realidades entre ellas y ellos
Después de haber impartido y dirigido varios cursos a matrimonios y parejas, en donde el buen ambiente propicia el diálogo sincero y abierto sobre la convivencia conyugal, sobre el día a día del hogar y la educación de los hijos (aprovecho a animarte, si no has tenido oportunidad de asistir algún curso de orientación familiar, a que lo intentes), siendo consciente de los cientos de estudios que hablan de ello y, por último, haciendo eco de la propia experiencia, he llegado a convencerme que existen diferencias importantes en la manera de afrontar las realidades entre ellas y ellos.
Como decía, hay estudios ya contrastados en los cuales, desde el punto de vista neurológico, el cerebro del hombre y el de la mujer funcionan de manera distinta. El primero, algo así como dividido en parcelas, opera de tal modo que pensamiento y acción se suceden consecutivamente –evitando que se atropellen-; el de la mujer, en cambio, indivisible e interconectado, opera simultáneamente mezclando al tiempo acciones y pensamientos (por eso ella es capaz de hacer varias cosas a la vez, cuestión que a los varones se nos hace sumamente difícil).
familia
Es evidente las distintas formas de afrontar las situaciones en uno y otro caso pero no había caído en la cuenta, hasta que hace algunos años leí un artículo de Javier Vidal Quadras, sobre un detalle (uno de tantos) que tan claramente nos ilumina esta cuestiónY te lo enuncio así, sin más: Por lo general, en el entorno familiar y doméstico, las mujeres piensan y los hombres imaginan.
Choca un poco al principio pero si hacemos examen de conciencia –y no tanto- tendremos que reconocer la aplastante verdad que trae consigo.
MIRA:
Un muy amigo de Santiago, tiene un precioso yate y lo ha invitado a él y a toda su familia a pasar el domingo navegando.
Santiago piensa -o cree que lo hace-: los hijos mayores ya finalizaron los exámenes, a mi mujer y a mí nos encanta navegar, el tiempo va a estar bueno, hace tiempo que no vemos a estos amigos y además podremos descansar en un sitio fantástico… Por ello, no duda en confirmarle: “Genial”, le dice, y se queda encantado con la oportunidad de un “finde” en el mar.
Al llegar a su casa y contárselo a Ana, su mujer, ella piensa –no imagina- y le dice: “vamos a ver, Sofía – la bebé de 8 meses- está con fiebre desde ayer, Martina tiene su exhibición de danza, Tomás tiene partido de fútbol y Máximo catequesis para su primera comunión; y habíamos dicho de visitar a tu madre para felicitarla por su cumpleaños…me da mucha pena…pero le habrás dicho que no podemos, no?”
imaginar
La imaginación es muy traicionera y no es buena consejera…
Tanto el pensamiento como la imaginación son actos de la inteligencia y trabajan sobre el mismo material: la información, el conocimiento y esto, en nuestro caso, es custodiado por la memoria. Tanto para pensar como para imaginar hace falta algo de información –no se puede imaginar desde la nada- pero la diferencia sutil radica en que para pensar se trabaja sobre la memoria intacta que, en consecuencia, aporta la información completa que tiene almacenada; en cambio, a la imaginación, no le interesa la verdad, la realidad de las cosas y por ende, trabaja sobre una memoria fragmentada que aporta una información incompleta, imprecisa e inexacta.
pensar
Pensar exige esfuerzo, hay que acordarse de las cosas y sucesos de la casa y la familia, estar atentos a las necesidades y retener datos para vivir en armonía.Siempre hay uno de los dos que lo puede hacer mejor y según ya he enunciado, en el entorno familiar suelen ser las mujeres las que piensan y los hombres los que tienden a imaginar, pero como cada matrimonio es un mundo, deben tenerlo en cuenta y buscar su equilibrio.
Eso sí, una regla ineludible si uno decide imaginar en vez de pensar, bien por comodidad –a nadie se le escapa que es mucho más fácil y menos exigente-, bien por dinámica, no puedes tomar decisiones familiares sin consultar antes a tu cónyuge.
Hay quienes viven en esa postura de cierta desinformación, secundando las decisiones de su mujer, o su marido. Cuidado! Eso termina cansando y la frustración encuentra donde hacer de las suyas.
La pregunta, querido lector, que busca ayudarte a reflexionar, cae de maduro: Tú, en lo doméstico, ¿piensas o imaginas?
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