Una red de medio centenar de miradores distribuidos por la montañosa orografía de la isla de Tenerife permite al visitante observar postales naturales espectaculares: costas acantiladas, barrancos abruptos, picos volcánicos y valles poblados de bosques
Y contemplar la inmensidad desde lo más alto del volcán Teide. Cualquier lugar de Tenerife es candidato a convertirse en un sitio ideal para detenerse y observar los bosques, las montañas, el mar y los detalles de esa inmensidad que rodea a la mayor de las Islas Canarias. Su orografía escarpada con tres cordilleras y el macizo central, imponente, del Teide, el techo de España con sus 3.718 metros de altitud, abren decenas de espacios en las carreteras y senderos, en los acantilados y en las laderas, para mirar hacia un horizonte de paisajes distintos y cambiantes.
A distintas alturas, con diferente orientación y panoramas diversos, los miradores conforman una red que supera el medio centenar distribuido por toda la isla: en la costa y en el interior, en la cima del Teide y en las zonas escarpadas de sus parques naturales. Visites el lugar que visites es inevitable encontrar un punto de observación cercano para hacerte disfrutar de unas panorámicas maravillosas, como una tentación para la fotografía y el recuerdo.
Barrancos y terrazas con viñas
Algunos de esos miradores, situados en lugares estratégicos, tienen vistas únicas. En la zona norte de la isla, en la cordillera de Anaga, se pueden contemplar las zonas urbanas de Santa Cruz de Tenerife y San Cristóbal de La Laguna desde el mirador del Pico del Inglés, situado en el kilómetro 0,144 de la carretera TF-114. Rodeado del monteverde del Parque Rural de Anaga, este punto de observación también permite ver en toda su plenitud el barranco de Tahodio, con la presa en segundo plano, y algo difuminados en la distancia el valle del Güímar y las montañas dorsales de Pedro Gil, con el Teide como telón de fondo.
Este mirador comparte panorama con el de El Bailadero, localizado más al norte de la isla, sobre la carretera TF-123 en su kilómetro 0,2. Ambos dominan los
paisajes de monteverde, donde se impone el bosque de pinos, hogar de numerosas especies animales endémicas, que sólo viven allí. Y también el valle fértil de Taganana, donde destacan sobre sus laderas las terrazas con viñas. En esa zona del bosque de Anaga, como en Adeje y Teno, el suelo erosionado por el viento y la lluvia adquiere la forma de barrancos serpenteantes con pendientes profundas.
Más al sur, cerca del Paisaje Natural de las Lagunetas, desde el mirador de Ortuño, situado en el kilómetro 19 de la carretera TF-24, puede divisarse en días despejados todo el valle de La Orotava y el Puerto de la Cruz, y las laderas ocres que empiezan a teñirse de verde intenso a partir de los 2.000 metros de altitud.
Cercano a éste, el mirador de la Montaña Grande, sobre el kilómetro 11 de la misma carretera, acerca una mirada extensa al norte de la isla.
Valles y bosques
En la zona noroeste de Tenerife, en el corazón del Parque Rural de Teno, el mirador del Cherfe ofrece una visión privilegiada de los barrancos más profundos de la isla y de sus casas naturales de la localidad de Masca que parecen suspendidas de las laderas. Corre la leyenda de que estos lugares fueron refugio de piratas en siglos pasados. La plataforma del mirador se sitúa en la carretera TF- 436, cerca de Santiago del Teide, y su punto de vista tan espectacular se debe a sus 1.100 metros de altitud.
Otros miradores, distribuidos en la corona verde que rodea al Teide, toman al imponente volcán y a los picos que lo rodean como protagonista de sus postales: el de La Tarta, en el kilómetro 31 de la TF-24, cercano a La Orotava, se abre a las cumbres más altas de la isla, y particularmente al Teide. Más cerca, casi a los pies del mirador, se puede observar el verde valle de La Orotava. Aunque es una imagen difícil de conseguir porque durante gran parte del año permanece oculto como un fantasma entre el manto de nubes espeso que llevan los vientos alisios.
Algo parecido ocurre desde el mirador de Chipeque, ubicado seis kilómetros antes por la misma carretera. Incluso desde este último puede verse hacia el oeste, en la lejanía, la isla de La Palma.
Un paisaje opuesto ofrece el mirador de Boca Tauce, sobre la TF-21, en su kilómetro 52, cerca de Guía de Isora. Desde allí se ven la negras coladas de la última erupción del volcán Pico Viejo, hace ya más de dos siglos, que le quitan el protagonismo constante al Teide, siempre presente. La imagen desértica contrasta con muchas otras imágenes agradables de bosques de pinos y laurisilva, que se observan hacia el interior de Tenerife.
Desde el Teide
Si la mayoría de los enfoques de los miradores de la isla encuentran siempre la silueta dominante del Teide como una forma repetida y familiar, la visión desde la cumbre del propio volcán ofrece un panorama opuesto: el abrupto litoral acantilado del norte y la costa más suave con playas en el sur, con la inmensidad del mar como fondo. Los tres miradores del Teide lo abarcan todo. El de La Rambleta se encuentra por encima de los 3.500 metros de altitud; se accede a través del teleférico. Desde este punto privilegiado se observa la caldera de las Cañadas del Teide en su totalidad y toda la zona sur de la isla, con su costa más suave.
Al mirador de La Fortaleza se llega andando desde la estación final del teleférico y a través del sendero número 11 que parte desde allí y recorre más de 400 metros en subida. Sin duda el paisaje bien vale el esfuerzo: mirando al norte se abren como en miniatura los valles de La Orotava y La Guancha- Icod de los Vinos-, y a lo lejos el macizo de Anaga que se funde con el azul del mar.
El tercer mirador, el de Pico Viejo, exige recorrer a pie más de 700 metros desde la estación del teleférico por el sendero número 12. La belleza es deslumbrante. Si miras hacia el interior del cráter del Pico Viejo, de 800 metros de diámetro y 200 de profundidad, podrás ver vestigios de sus últimas erupciones en las manchas amarillas del azufre en sus paredes. Mientras que la vista lejana se dirige a una panorámica impresionante del este de Tenerife con los barrancos empinados del macizo de Teno y la cordillera de Abeque. Cada mirada se transformará en una experiencia inolvidable.
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