En el entorno del matrimonio y las relaciones de pareja, utilizamos con cierta frecuencia –o al menos sería deseable que así suceda- la palabra amor: te quiero, te amo
Me ha sorprendido que, fruto del uso cotidiano y quizás del caos ético que vive hoy nuestra sociedad, puede que se haya perdido de vista lo que ello significa y el compromiso que asumimos al pronunciarla. Pero lo que más me llama la atención, y es sobre lo que nos centraremos en este artículo, es que a menudo no se valora –desconocen quizás?- la importancia de amar como herramienta para resolver problemas.
Porque… cuál es el verdadero poder del amor?
Te propongo unos minutos de reflexión…piensa y recuerda cuando te enamoraste…recuerda aquellos días en los que vivías pensando en “tu media naranja”, aquellos días en los que no veías la hora de que termine la jornada de estudios o la jornada laboral para poder estar con ella; aquellos días en los que parecía que ibas flotando por la acera a su encuentro…eras capaz de dedicarle horas y horas a estar juntos y todas te parecían pocas!
Recordarás todo lo bonito que se decían, todos los piropos que se lanzaban y todos los halagos que ambos recibirían mutuamente. Te habrá sucedido que en algún momento, pudiste haberte sentido abrumado por la espectacular persona que la mirada de tu amante estaba descubriendo en ti, o quizás te hayas sonrojado por la magnífica criatura que su mirada amorosa estaba descubriendo en tu ser. Y, entonces, te habrías preguntado si todo eso que ella expresaba podría llegar a ser cierto y si realmente eras tú esa persona excepcional (eres mi cielo, eres mi sol, eres mi motor, eres la razón de mi vida, eres lo más grande que me ha pasado en la vida, eres inigualable, eres…eres…eres…)
Por el sólo hecho de hacer justicia a lo que tu amad@ veía; por el sólo hecho de ser consecuente con lo que tu amad@ expresaba y, porque en tu interior creías que realmente podías –podemos- ser así de especiales, magnánimos y bondadosos y nobles, tus acciones – conscientes o inconscientes- tendían a sacar los mejor de ti para ello…para no defraudarle!
Y es que cuando nos quieren, cuando nos aman, aflora lo mejor de nosotros…es el amor con el que nos quieren lo que empuja, todo lo bueno que llevamos dentro, a que se manifieste.
Ese es el verdadero poder del amor, el que logra que mejoremos como personas y crezcamos interiormente. Luego amaremos mejor, si cabe la expresión; y esa persona a la que amamos tenderá a sacar lo mejor de sí, y –nos- amará mejor aún, lo que hará que volvamos a empujar lo mejor que llevamos dentro para ser mejores que antes…
Fíjate si es Sabio el Creador que entramos en una espiral de crecimiento que nos eleva infinitamente. Pero claro…hay que amar y dejarse amar.
Cómo se traduce, en el ámbito de tu matrimonio y tu pareja, el verbo amar en cuestiones prácticas?
Piensa bien del otro: cuántas discusiones y malos entendidos tenemos que podríamos evitar si buscamos argumentos que justifiquen las acciones de nuestra pareja, por muy detestables y evidentes que a priori aparenten ser. Habrá tiempo para que, hablando, des oportunidad de aclarar lo sucedido y ello, sea motivo de unión y crecimiento.
Paciencia, consideración, cariño (cuántas manifestaciones de cariño podemos demostrar durante el día y cuán fructíferas son! Una sonrisa, una mirada, un frase cariñosa, un whatsapp, una llamada, etc, etc, etc.)
El roce: permítete rozarte con tu pareja, ocasionalmente o intencionadamente, si te diriges hacia un sitio de tu casa que obliga a pasar cerca de ella, provoca el roce; si tienes que alcanzarle algo, provoca el roce de tus dedos; la química –lo habrás oído muchas veces- existe y funciona y verás cómo ello colabora a predisponer los ánimos. Los seres humanos estamos hechos para vivir en comunidad, no existe y no es posible un Yo sin un Tú. Inténtalo, rózate.
Cuántas veces al día tendrás oportunidad de manifestar a tu pareja lo orgullos@ que te sientes de ella por tal o cual logro, por aquella acción o por aquella valiente decisión…eso motiva y une mucho. Reconocer, respetar, alabar y agradecer las virtudes y habilidades que tiene el otro, genera una alimentación positiva que lleva a reforzarlas y continuar en esa línea.
Cada vez que te diriges a ella –a tu pareja-, no dejes de incorporar a esa frase el mote, apodo o calificativo cariñoso con el que solías/sueles llamarle…más allá del nombre, usa ese pequeño artilugio que genera inconscientemente empatía y proximidad.
En definitiva, cientos de detalles y ocasiones de amar que tenemos a diario que, si nos permitiésemos verlo egoístamente, repercuten en nuestra felicidad.
Ahora que has descubierto el poder del amor…vas a perder la oportunidad de ser feliz?
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