La Orotava, una villa histórica en el valle de belleza Pintoresca y plácida, la Villa de La Orotava es un núcleo arquitectónico histórico y artístico único en la isla de Tenerife orotava
El patrimonio en La Orotava de casas señoriales, arquitectura religiosa y antiguos molinos, en un entorno natural único, cerca del mar y con la vista del volcán Teide, lo convierten en una visita obligada orotava
En un gran valle subtropical, verde refulgente de plataneras, el pueblo de La Orotava se extiende como un núcleo urbano histórico al noroeste de la isla de Tenerife, rodeado de paisajes naturales protegidos.
El centro de la villa es una joya de la arquitectura declarado Monumento Histórico Artístico Nacional, con obras conservadas de los siglos XVI y XVII en todo su esplendor. La Orotava es el corazón del municipio más extenso de Tenerife. Dentro de sus límites se encuentra más del 70% del Parque Nacional del Teide, el imponente volcán que protagoniza las vistas de la isla. Un entorno natural privilegiado que se puede observar desde sus calles y edificios. El área estratégica que ocupa la villa, retirada de la costa y en la zona interior del valle, facilitó su crecimiento desde 1502 en adelante, hasta que en el siglo XVII adquirió mayor esplendor.
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Historia de la Villa de La Orotava
Los conquistadores consideraron de vital importancia la fertilidad del valle, su excelente clima y, sobre todo, la abundancia de agua, cualidades que aún conserva. Desde entonces el viejo sitio de Arautava o Auautápala, como lo denominaban los guanches, antiguos habitantes de la isla, antes de la conquista, quedó dividido en la Villa de Abajo y la Villa de Arriba. En la zona baja se asentaron las familias nobles, mientras que el resto de la población construyó sus viviendas y áreas comunes en el Farrobo o villa de Arriba. Actualmente el pueblo es uno solo, se conservan sitios y construcciones de ambas zonas y un itinerario común iguala la visita.
Paseo por la Villa de La Orotava
Un paseo por la villa Habitualmente, un recorrido de visita comienza en la vieja calle de San Francisco. Para pasar por la iglesia del mismo nombre y el antiguo Hospital de la Santísima Trinidad. Levantados en el sitio que ocupaba el primigenio convento de San Lorenzo, destruido por un incendio. Muy cerca de allí, en las calles Carrera y canales con bloques de madera de tea ensamblados que bajaban el agua hasta la iglesia de la Concepción y luego se bifurcaban para alcanzar las zonas de regadío. El agua llevaba la energía de su caída. Y fue aprovechada rápidamente por las familias terratenientes de la época para mover los molinos de gofio. Estos se ocupaban de triturar los granos de cereales tostados. Con los que se elaboraba esa harina típica de las islas Canarias.
Patrimonio en La Villa de La orotava
Los molinos de madera que empezaron a instalarse en el siglo XVI y desde el XVIII. Fueron reemplazados por otros de mampostería y son un signo de identidad de La Orotava. De los doce originales que se construyeron, actualmente se conservan diez, y dos de ellos aún están en funcionamiento. Es inevitable convertir en una ruta de visita el recorrido por cada uno de ellos. Forman una línea de norte a sur, en el corazón de la villa, entre las calles Cruz Verde y Colegio. Las playas de La Orotava Pese a ser una villa interior, La Orotava tiene salida al mar. A dos kilómetros del pueblo se encuentra Puerto de la Cruz, una localidad costera con vida propia. En sus alrededores algunas playas poco concurridas, vírgenes en algún caso, invitan a hacer escapadas.
La del Bollullo es una de ellas. Se puede ir con el coche hasta el barrio del Rincón, en las afueras de Puerto de la Cruz. Hacia el oeste, y luego encarar por una carretera hacia el mar. La playa de arena negra tiene un entorno muy atractivo y un mar bravío. A continuación del Bollullo, a unos 15 minutos andando, se encuentra la playa del Pozo, muy apta para practicar surf. Y luego la de Los Patos, también apta para los deportes de viento y olas. Y tan apartada que se ha convertido en un discreto espacio para nudistas.

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