La pérdida de visión, ya sea total o parcial, es una enfermedad degenerativa que afecta a millones de personas en todo el planeta. Hasta el momento los tratamientos eran más bien nutricionales y de lento efecto. Analizamos las últimas técnicas en este sentido
Hace apenas diez años pensar en reemplazar zonas del ojo dañadas, donde se recibe la luz y se transforma en imágenes, con nuevo “material” no defectuoso era impensable. Y es que en la región que va desde la superficie del ojo, y su estructura interna, hasta el cerebro, donde se forman y procesan las imágenes que captamos, pueden surgir complicaciones de todo tipo.
Existen varias enfermedades degenerativas que afectan la retina (una especie de telita sensible a la luz donde se proyectan imágenes) y las zonas que captan la luz que entra por el ojo. Sin ellas el cerebro “no puede ver” ya que no recibe la información necesaria para visualizar el entorno. Hoy día los avances para corregir este tipo de trastornos han avanzado de manera colosal.
Células madre, comodín para todo
Consideradas el santo grial en medicina, las células madres está siendo también aplicadas a problemas oculares de pérdida de vista.
Este nuevo tratamiento es algo así como “replantar césped” en un jardín que haya perdido el verdor por zonas. Los médicos transfieren unas 150.000 nuevas células por tratamiento en el interior del ojo deteriorado del paciente. Estas previamente han sido “cultivadas” en el laboratorio a partir de células madre embrionarias (que se pueden “convertir” en cualquier tipo de célula).
Luego son transformadas, al añadir ciertos compuestos, en células especializadas en nutrir la sensible telita que capta la luz (retina).
La idea es que este aporte extra ayude a que el interior del ojo se vaya “tapizando” nuevamente al completo, recuperando su habilidad para captar luz. De esa manera la retina afectada vuelve a recibir nutrientes evitando así su continuo deterioro y futura muerte, traduciéndose en una completa ceguera.
Tras la intervención, y en un par de semanas, algunos pacientes han logrado volver a leer “dos líneas” de la pizarra de letras que el oftalmólogo usa para comprobar nuestra precisión ocular.
Argus II:
El ojo inteligente Esta es sin duda una técnica aún bastante complicada y cara (unos 130.000€ de manera privada). ¿En qué consiste?
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